Thursday, January 15, 2009

63-Al-Munaafiqoon

En el Nombre de Dios, el Más Misericordioso, el Dispensador de Gracia



(1) Cuando los hipócritas vienen a ti, dicen: “¡Damos fe de que tú eres en verdad el Enviado de Dios!” Pero Dios sabe que tú eres realmente Su Enviado; y Dios da fe de que los hipócritas ciertamente mienten [en su declaración de fe].
(2) Han hecho de sus juramentos una pantalla [para su falsedad], y apartan así a otros del camino de Dios. Malo, en verdad, es lo que suelen hacer:
(3) esto, porque [declaran que] han llegado a creer, mientras que [interiormente] niegan la verdad –y por eso sus corazones han sido sellados, de forma que no pueden comprender [qué es verdadero y qué es falso].
(4) Y cuando les ves, su aspecto te agrada; y cuando hablan, prestas atención a sus palabras. [Pero aunque parezcan seguros de sí mismos,] como si fueran postes [firmemente] plantados, ellos piensan que todo grito va [dirigido] contra ellos. Esos son los [verdaderos] enemigos [de toda fe], tened pues cuidado con ellos. [Se merecen la imprecación:] “¡Que Dios los destruya!” ¡Que corrompidas están sus mentes! –
(5) pues, cuando se les dice: “Venid, el Enviado de Dios pedirá [a Dios] que seáis perdonados”, vuelven la cabeza, y les ves retirarse llenos de soberbia.
(6) Es igual que pidas perdón por ellos o no: Dios no les perdonará –pues, ciertamente, Dios no guía a la gente perversa.
(7) Ellos son los que dicen [a sus paisanos ]: “No gastéis nada en los que están con el Enviado de Dios, para [obligarles a] que se vayan.” Sin embargo, a Dios pertenecen los tesoros de los cielos y la tierra: pero los hipócritas no pueden comprender esta verdad.
(8) [Y] dicen: “¡En verdad, cuando regresemos a la Ciudad, los más honorables expulsarán de ella a los más despreciables!” Sin embargo, el honor pertenece por entero a Dios, a Su Enviado y a los que creen [en Dios]: pero de ello los hipócritas no se dan cuenta.
(9) ¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! No dejéis que vuestros bienes o vuestros hijos os distraigan del recuerdo de Dios: pues quien tal haga --¡esos, precisamente, son los perdedores!
(10) Y gastad en los demás de lo que os hemos dado como sustento, antes de que le llegue a uno de vosotros la muerte, y diga entonces: “¡Oh Sustentador mío! ¡Si tan sólo me concedieras una breve prórroga, daría limosna y sería de los justos!”
(11) Pero Dios no concede prórroga a ningún ser humano una vez vencido su plazo; y Dios es plenamente consciente de lo que hacéis.